El primer autogol (La pelota no se mancha)
La obra se plantea desde la cita. La primera es al mural de Roberto Matta titulado “El primer gol del pueblo chileno”, ejecutado en conjunto con la Brigada Ramona Parra el año 1971. En él se hace una síntesis en código de fútbol del triunfo popular que significaba el cumplimiento del primer año del gobierno de Salvador Allende.
Pasarían dos años de eso cuando, ya muerto el Presidente e implantada la dictadura militar de Augusto Pinochet, Chile debía jugar el repechaje para clasificar a la Copa Mundial de Alemania 1974 contra la Unión Soviética. El primero de los partidos, en Moscú, el 26 de septiembre de 1973 terminó empatado sin goles. La vuelta se debía llevar a cabo en Chile, pero la selección soviética se negó a jugar en el Estadio Nacional, por saber de su destino como centro de detención y tortura de presos políticos. Pedían un país neutral, sumando además la preocupación por su propia integridad al ingresar a un terreno de exterminio marxista. La propia Federación Chilena de Fútbol sugirió cambios de sede, pero la Junta Militar se negó, ante lo cual la selección de la URSS se marginó del juego y de su posibilidad de acceder al certamen mundial, argumentando ante la FIFA que “por consideraciones morales, los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos.”
El partido, aún cuando la FIFA había dado ya por ganador a Chile por un marcador de 2-0, fue de igual forma llevado a cabo. El seleccionado nacional dio inicio a un enfrentamiento sin adversarios y, tocando la -pelota-, en menos de 30 segundos Francisco “Chamaco” Valdés anotó, frente a una portería vacía, el gol más cobarde, ruin y vergonzoso de la historia del balompié nacional.
Pero la fantasía se abre espacio en el terreno de una obra. Y tomando una segunda referencia, al discurso de Diego Armando Maradona en su partido de despedida como jugador de fútbol el año 2001, cuando al hablar de sus errores en la vida pronuncia el ya clásico “La pelota no se mancha”, es que pretendo articular desde el recurso del borramiento, un salvataje de aquel elemento, para dejar la vergüenza aislada, no relacionada al espacio en que se despliega, la infamia desconectada del lugar donde se practica. Al menos, de forma simbólica.
Si borraron en fútbol y tiñeron el campo de sangre e ignominia, se salva la pelota. Esa no se mancha.
Cristian Maturana Ortiz (Antofagasta, 1979) Artista Visual. Fotógrafo de formación. Ha participado de muestras colectivas principalmente, entre las que destacan las realizadas en el Centro Cultural La Moneda, CasaNekoe, Centro de Arte Contemporáneo de Cerrillos, Concreto Azul, Matucana 100, Centro Cultural de Atacama, Museo Nacional de Bellas Artes, Cenfoto, y Mavi. Formó parte de la Bienal de Fotografía de Tenerife, España, en 2011 y del Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, México, en 2010. Ha expuesto de forma individual en Centex, en Galería Metropolitana, Galería Anónima de Viña del Mar, Fotogalería Arcos de Santiago, Centro Cultural Palace de Coquimbo y Centro Cultural de Atacama, entre otros, además de haberlo hecho anteriormente en espacios gestionados en vía pública. Ha sido favorecido con la beca Fondart en tres ocasiones y con becas en residencias artísticas en La Serena, Chillan, Santiago, Valparaíso y Chiloé. Fue nominado en dos oportunidades al Premio Rodrigo Rojas De Negri. Actualmente es docente en los Institutos Arcos y Cámara Lúcida, y trabaja también en Taller Atacama de Viña del Mar, ciudad en la que reside.
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