Son curiosas las maneras que tiene la vida de urdir causalidades, azares o aparentes sorpresas que se toman nuestra realidad y se transforman en filosofía, propósito o pasión, revolucionándonos completamente hilando fuerzas que parecen tomar rumbo.
Pienso que así fue la fuerza que reunió a Mariano y Leo en Santiago haciendo poesía de 4 años de esfuerzo y fe irrenunciable haciendo camino juntos.
Ambos se encontraron garzoneando en providencia y las voluntades le dieron forma al museo bar - tertulia café - YUNGAY como respuesta a una búsqueda por crear espacios de reunión entorno al futbol, su mística y su cultura.
El fútbol o las actividades deportivas territoriales nos traen de vuelta al concepto de ciudadano consciente, al ser parte de un club social y deportivo, empujamos el crecimiento de tejido social, abrimos espacios de convivencia que engrandecen los barrios al plantear la necesidad de lugares de esparcimiento o práctica deportiva colectiva, empujando el nacimiento o reacondicionamiento de canchas o recintos deportivos que contribuyen de algún modo a recobrar la habitabilidad de los espacios de manera participativa. Eso necesariamente nos habla un orgullo identitario y en el fútbol, de ponernos la camiseta de nuestro territorio, somos parte de un club.
Ser un ciudadano consciente, significa participar activamente en la vida social, política y económica de la comunidad. Hay lugares en la ciudad que pulsan en torno al rescate de la identidad territorial y personas que contribuyen a su visibilización y resguardo, transformándose en íconos para quienes vibramos con el fútbol en sus dimensiones más amplias, aquella fe levantada ha construido redes amables.
Mariano vive hace casi 20 años en Chile y Leo ha recorrido más de 20 países entre Asia, América y Europa se podría decir ciertamente que uno construye su historia en la vida, no es difícil ser persona de interés y transformarse en personaje cuando levantamos épicas de nuestros sueños
¿Cómo explicarían qué hacen dos Argentinos levantando sueños de fútbol en Santiago?
MARIANO
Hay cosas que uno no planea demasiado, y tampoco las va midiendo. Sólo se van sucediendo. Hace ya algunos años que formamos una familia hermosa con Denisse, mi compañera, años que pasaron volando y están dentro de los mejores de mi vida… cómo no serlos, con tan bella porteña a mi lado !!!
En nuestras vidas el fútbol siempre estuvo presente, sobre todo cuando estás lejos de los tuyos, porque toma distintas formas o usos. Lo usás para referenciar geográficamente tu origen, hablar de tu infancia o sobre tu forma de sentir y ver la vida... uno puede incluso hablar sobre historia, jugar a alentar a su propios colores en encuentros clasificatorios y por supuesto cruzar los dedos para que a Racing le toque jugar en Chile para ir a alentar…
En lo laboral, junto a Leo, amigo y socio, desde Club Yungay en Santiago, transformamos nuestra pasión futbolera en un sueño, y ese sueño se concretó en un lugar de encuentro de hinchas, amantes del futbol, apasionados de la historia y con muchas ganas de una buena conversación con amigos.
Hacer de tu pasión un modo de vida y poder compartirla nos mantiene más que motivados.
La mística que hoy envuelve al bar Yungay habla también de un viaje y un descubrimiento personal.
LEONARDO
El bar nace por la amalgama de querer tener algo propio y tomarnos el atrevimiento de querer hacer un poco de justicia con los clubes no grandes que no tenían, ni tienen, mucha vidriera en la propuesta gastronómica local. Cuando iniciamos el proyecto de visitas a clubes de Santiago y de región no había sitios de fútbol, al menos en Santiago, como el que nosotros soñábamos. Y después el boca en boca hizo el resto. Nos empezaron a mandar banderines de todos lados o a invitar a conocer clubes. Y acá estamos. Estos últimos dos meses nos trajeron o mandaron banderines del Betis de España, Servette de Suiza, Apoel de Chipre y varios de maravillosos clubes amateurs de la Quinta región. No sé si hablar de mística, porque la verdad es que vamos haciendo camino al andar y muchas cosas se van decantando por si solas jaja. Nos vemos la hora abrir el bar y que la gente pueda disfrutar de este viaje futbolero por el mundo.
Mariano es oriundo de la ciudad de Rosario, “La Chicago Argentina”, cuna de renombrados artistas, futbolistas y personajes como Messi, Bielsa, Fito Páez, Fontanarrosa o el Che Guevara. Lo que nos habla de un poderoso arraigo identitario, como también lo tiene la cuidad de Valparaíso, dada tu relación familiar con el Puerto, ¿Notas algún parecido entre ambas ciudades?
Tantas que me siento en casa. Uno de los tantos puntos en común entre Valparaíso y Rosario es que son ciudades con importantes universidades, donde se congregan estudiantes de toda la región y más allá, y que brinda una impronta de juventud bulliciosa y variopinta muy característica.
Pero sin dudas, el punto que más nos identifica y nos define son nuestros puertos. Valparaíso mirando al Pacífico, Rosario al rio Paraná, ambas como punto de partida y de llegada, y eso formó buena parte de nuestras idiosincrasias. No las vemos como fronteras, más bien son las puertas y ventanas de toda una región, con esa alegre melancolía inglesa característica, que moldeó una forma de hablar propia y que nos impulsa a manifestarnos de muchas formas: a través de la música, en grafitis, o juntándonos entre amigos con una pelota de fútbol como elemento aglutinador.
Justamente fueron los marineros y trabajadores de ferrocarriles ingleses quienes nos regalaron el fútbol, algo que adoptamos y atesoramos como propio, elemento que ya nos pertenece y nos identifica, y del cual nos sentimos orgullosos de nuestras ciudades.
¿Cuál es tu visión, como hincha de Racing Club, sobre las sociedades anónimas en el fútbol chileno y cuál es el contraste con la realidad de los clubes de Argentina?
Particularmente como hincha de Racing -uno de los primeros equipos en donde se intentó el desembarco de las sociedades anónimas en Argentina, y tras una experiencia nefasta y de años grises que incluyen la quiebra del club y una administración privada que hizo añicos la tarea social de toda una institución- la idea de que una empresa intente administrar el sentir de un pueblo, es algo que no me cabe en la cabeza. La simple idea de que el nombre de tu club, escudo, cancha, colores… todo, pase a tener por dueño una Sociedad Anónima es algo que no puedo entender.
Yo no veo medias tintas: cuando a un club lo transforman en una empresa, florecen todos los comportamientos de las cuales la actividad empresarial se ufana y enorgullece, con sus principios como: “actividad que no es rentable, se suprime”, “se mide el éxito de una rama por la utilidad monetario que reporta”, y otras tantas leyes económicas que nada tienen que ver con el sentimiento o la pasión que los hinchas sentimos.
Afortunadamente, en Argentina están prohibidas las sociedades anónimas en el futbol, y a pesar de los varios intentos por cambiar la ley de algunos políticos/empresarios (con Macri a la cabeza), la convicción de que no es aceptable, es casi absoluta.
¿De qué forma se podría cuantificar la alegría que te provoca hablar del equipo de tu ciudad?
¿Qué precio tiene la emoción que te causa vestirte de los colores de tus amores?
¿Cuánto vale encontrarse con amigos en el estadio los domingos y emocionarse cuando tu equipo pisa el césped?
¿Cuándo pasamos de ser socios o hinchas a ser simplemente clientes?
Espero nunca encontrar una respuesta que se pueda expresar en números.
Leonardo es hincha de El club Atlético Temperley, con 110 años, los Gasoleros, ubicado en el barrio homónimo de la zona sur de la periferia de la ciudad de Buenos Aires, lugar donde nació. ¿Cómo vives esa pasión haciendo ciudadanía desde Santiago Centro?
Cuando el amor futbolero está en el barrio, más que hincha del equipo uno es hincha del club, y en virtud de eso es que se hace más notoria y corrosiva la distancia.
En Argentina hubo un tiempo que a los automóviles ahora llamados “diesel” se los denominaba “gasoleros” (adaptación criolla del anglicismo gas-oil). A mitad de los años 70, Temperley tuvo un recordado equipo que salió campeón de la Primera B, subió a primera y, sin reforzar la plantilla, peleó la máxima categoría a la par de los equipos denominados grandes. En virtud de que era un equipo que rendía mucho y costaba poco, alguien, no sé quién, les adjudicó al equipo el apodo de Gasoleros, apodo que quedó para siempre.
Pero bueno, para seguir al equipo no queda otra que hacerlo por redes sociales, generalmente, y muy rara vez en vivo por algún canal de cable. Estar en segunda división no da muchas opciones. Pero la pasión es la misma. Hace poco me llegó un mensaje de alguien de adentro del club para avisarme que desde este año pasé a ser socio vitalicio, o sea que nunca más tengo que pagar una cuota ni entrada, ya que cumplí más de 38 años de asociado en forma ininterrumpida. Obviamente es gratificante el nuevo título de vitalicio, pero aún más emocionante es que se hayan molestado en buscar mi teléfono y me hayan mandado la foto del diploma y de la medalla que me están esperando en el barrio. Cuando uno es hincha de un club chico todo se vive más a flor de piel: las buenas son orgías vikingas y las malas el infierno de Dante.
El fútbol femenino tiene en Chile una fuerza emergente que pulsa hace más de 100 años, así como también en Argentina, ¿qué piensan del hito de su profesionalización en Chile?
MARIANO
La profesionalización del futbol femenino es una excelente noticia… una largamente esperada y que en hora buena se hizo realidad.
Ahora comienza la tarea de nosotros, los hinchas varones. Debemos abandonar el machismo en el que fuimos formados y del cual tanta comodidad obtuvimos, para hacer crecer todas las ramas de nuestros clubes. Debemos alentar sin distinciones a nuestros colores, por el beneficio de todos.
Hoy, cuando jugamos con mis hijas, nos reímos como locos, nos divertimos muchísimo y espero que nunca deje de ser así.
En lo personal sería un sueño que una de mis hijas se dedicara al fútbol, sobre todo vistiendo de verde.
LEONARDO
El fútbol femenino lo veo, siempre lo vi, más asimilado en Chile que en Argentina. Quizás sea porque el acceso a la práctica de otros deportes allá es más expedito, la verdad no lo sé. Pero la realidad es esa. De hecho, una vez jugué en Chile un partido mixto, algo casi impensado para mí antes. La diferencia económica que se maneja con respecto a los hombres calculo que se debe más a temas de mercado que a discriminación (que no digo no la haya, aunque yo lo llamaría prejuicio). Es decir, el fútbol masculino genera mucho más dinero y eso estimo que repercute en todo a su alrededor: sueldos, sponsors, inversión, premios, predios, etc.
Los grandes cambios en Chile no suelen darse rápidamente y el crecimiento del fútbol femenino no creo que sea la excepción. Sin embargo, se ha logrado bastante con la profesionalización y el avance es constante. Eso está muy bueno. Quizás la próxima barrera a romper sea, como dije antes, la del prejuicio. En una sociedad cargada de tabúes, el fútbol femenino no la tiene a priori fácil. Pero lo importante es no claudicar. Pensemos que alguna vez más de uno habrá puesto el grito en el cielo ante la posibilidad de que las mujeres voten y hoy es algo inobjetable. Hay que seguir luchando nomás.